Historia

Historia

El año 1977 se produce la reforma del sistema tributario español y se emprende la transición del sistema impositivo franquista para adaptarse a la nueva situación democrática del país; promulgándose en 1978 la primera ley del Impuesto sobre la Renta. La sociedad española tenía que empezar a acostumbrarse a pagar impuestos, a saber de la existencia de una Hacienda Pública. Es en este contexto cuando Francesc Albacar i Baró se da cuenta de que esta revolución ha venido para quedarse y que se necesitarán profesionales formados y expertos para ayudar a la gente en estas tareas. Con este espíritu y junto con otro compañero de estudios, decide abandonar Barcelona, donde había estudiado y donde estaba trabajando y, el 23 de febrero de 1981 (sí, justamente aquel día) abrió en Tortosa un despacho de asesoramiento fiscal y económico.

Inicialmente se instaló en unas oficinas de la calle Despuig; allí se empezó la confección y presentación de las primeras declaraciones, armados tan sólo con la fotocopia del BOE, una calculadora, lápiz y papel. Cuando la presentación telemática de declaraciones ni siquiera era imaginable, se tenía que hacer primero un borrador y después teclear los impresos a máquina de escribir, tres copias con papel carbón en medio…

Poco a poco, la gente de la demarcación iba tomando conciencia de las nuevas obligaciones que se les imponían; se enfrentaban –muchos por primera vez en su vida- a la cuestión de los impuestos. Por eso, en la campaña de declaraciones, Francesc también se desplazaba algunos días por semana a otros municipios del territorio (Amposta, Deltebre, L’Ampolla, etc.), donde las visitas acostumbraban a acabarse hablando de los hijos, de la cosecha, de la salud, etc. En aquella época se lograron vínculos con clientes que todavía hoy en día continúan. Eran días de estudiar, de trabajar mucho, de llegar tarde a casa… …pero también de ilusión por estar abriendo un nuevo camino. En aquellos momentos en Tortosa y, seguramente en todas partes, el modelo que predominaba era el de la típica gestoría como intermediaria entre el ciudadano y la administración pública en general, donde se acudía para renovarse el permiso de conducir o para hacer una reclamación al Ayuntamiento.

En 1984, fruto del crecimiento experimentado en sólo tres años, el despacho adquiere un nuevo local a la calle Ramón Berenguer IV, 35 de Tortosa, trasladando allí las dependencias. Es por aquellas fechas cuando la firma adquiere también el primer ordenador, con los correspondientes programas para el cálculo del Impuesto sobre la Renta y el Impuesto sobre Sociedades y, que también permitía por fin imprimir los formularios de las declaraciones con impresora y papel continúo; aquello supuso un gran avance tecnológico, aunque hoy en día cueste de entender, ya que cualquiera de nuestros teléfonos móviles tiene unas cuantas veces más potencia que nuestro primer ordenador.

La Hacienda Pública también iba progresivamente desarrollándose e implantando la gestión tributaria y el control al contribuyente, con unos medios y una intensidad que tenían poco que ver con los de la actualidad. La sociedad iba cambiando y, aquella Hacienda, que había empezado de nuevo, se estaba expandiendo y aumentando sus competencias, abriendo por todas partes nuevas administraciones descentralizadas de las capitales de provincia e inaugurando en 1985 una de ellas en Tortosa. Era la época en que nos enviaban a casa aquella tarjeta azul del NIF, que guardábamos en la cartera con una cierta reverencia… …o recibíamos las etiquetas fiscales con nuestro nombre y dirección…

El uno de enero de 1986 entraba en vigor el IVA en el estado español, como consecuencia de la integración en lo que en aquel momento era la Comunidad Económica Europea. Esta nueva figura impositiva comportaba un gran reto al afectar de pleno a todas las empresas y tratarse de un impuesto innovador y, sobre todo, complejo. Este hecho comportó también, para el despacho, un gran esfuerzo de formación y de pedagogía a los clientes, acostumbrados todavía al viejo “Impuesto sobre el Tráfico de Empresas” y, también más carga de trabajo, ya que se debían presentar centenares de declaraciones trimestralmente.

Vinieron años de desarrollo económico; el despacho no paraba de crecer y, la tipología de los clientes iba variando; ya no sólo se trataba de pequeños comerciantes o agricultores, también se incorporaban medianas y grandes empresas.

El crecimiento comportó que las oficinas de la calle Ramón Berenguer IV, 35 se quedaran pequeñas, de manera que, en 1997, el despacho se trasladaba a otras nuevas situadas en la misma calle Ramón Berenguer IV, pero algo más arriba, concretamente al número 51-53. Se trataba de unas nuevas dependencias, amplias, modernas, y pensadas y construidas, desde el principio, para el uso que se les pretendía dar.

En estos años se produjo un desarrollo vertiginoso de La Hacienda Pública, creando su rama especializada “Agencia Estatal de Administración Tributaria”. Se había pasado de la máquina de escribir al uso de Internet, de imprimir las declaraciones en papel a presentarlas telemáticamente, del fax al correo electrónico… …la normativa fiscal cambiaba muy rápidamente, lo que exigió que el despacho tuviera que estar constantemente formándose y preparándose para este nuevo tiempo, donde se requirieron soluciones muy cualificadas y profesionales para ayudar los clientes a relacionarse con una administración tributaria enorme, con un poder y atribuciones desconocidos, donde el control al contribuyente se intensificó y, sobre todo, con una legislación cambiante y en constante movimiento. Y no sólo desde el punto de vista de la vertiente tributaria; también se produjeron cambios muy profundos en materia mercantil, societaria y contable, sobre todo, con la armonización de las normas contables a las de La Unión Europea.

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En el año 2015 se produjo la muerte de Francesc Albacar i Baró, un hecho que cómo es lógico nos impactó fuertemente a todos los que habíamos trabajado con él, porque en definitiva él había fundado este despacho y, a él se había dedicado en cuerpo y alma. A pesar del triste suceso, profesionalmente hemos podido continuar con el camino que él nos abrió y para el cual todos nosotros habíamos sido preparando para cuando llegara la hora del relevo. Desafortunadamente, esta situación se produjo antes de lo que nuestro fundador había previsto y de lo que todos habríamos deseado.

Hoy en día, nos dedicamos a este despacho un equipo, abarcamos varios campos (mercantil, contable, económico y sobre todo fiscal) en los que nos hemos formado en profundidad; contamos con unas instalaciones modernas, técnicamente muy avanzadas, para cubrir adecuadamente las necesidades de nuestros clientes, sin que ello nos haga olvidar la proximidad a las personas y a las empresas; intentando darles una atención personalizada, cercana y profesionalmente competente; realizamos desde la declaración de renta de un asalariado a una declaración de impuesto sobre sociedades de una gran empresa o desde la gestión de las obligaciones fiscales de un bar o comercio a las complejidades de una multinacional, todo con la misma dedicación e ilusión que Francesc –Paco- nos inculcó.